La cobranza, ¿un asunto exclusivo de abogados?
Desde hace tiempo la actividad de la cobranza ha venido sufriendo una profunda transición. Atrás parecen haber quedado aquellas prácticas de presión extrema, matoneo y destrucción pública de la reputación de los deudores.
Vivimos en una sociedad que se basa en hacer negocios, y por lo tanto en construir y conservar en el tiempo las relaciones con los clientes (no debe olvidarse que es 10 veces más costoso conquistar un cliente nuevo que mantener uno existente, según lo dicen los expertos en mercadeo). De allí que las empresas deban tener siempre presente el factor diplomacia en sus procesos y procedimientos.
La función de cobranza ha evolucionado de manera notable, pasando de ser una actividad eminentemente coercitiva y represiva para terminar siendo una negociación que busca llegar a acuerdos amigables entre deudor y acreedor, de tal manera que sea posible volver a hacer negocios en el futuro. En términos generales, lograr relaciones de largo plazo con sus clientes es uno de los grandes desafíos que tienen las empresas, y en ese contexto el proceso de recuperación de cartera tiene mucho que decir al respecto.
La forma como se le cobre a los clientes también puede llegar a ser un factor estratégico dentro de las prácticas empresariales. En la actualidad, un estilo predominantemente represivo en el cobro generará para la empresa una reputación que posiblemente afecte su capacidad para hacer negocios en el futuro.
Frente a la pregunta ¿es la recuperación de cartera un tema exclusivo de abogados?, la respuesta es NO, pero eso no quiere decir que ellos no participen de dicho proceso. La recuperación de cartera se puede entender como un esquema de presión ascendente según el cual, en la medida que el deudor no responde a los requerimientos de pago, se adoptan medidas y lenguajes con mayores niveles de presión, lo cual se traduce en unas etapas del proceso que deberían seguirse de manera secuencial.
Las etapas de la cobranza
#1: Cobranza persuasiva - administrativa - corriente
Es una etapa esencialmente amigable y en la que se busca preservar al cliente, recuperar la deuda y seguir haciendo negocios.
#2: Cobranza coactiva
Cuando en la etapa persuasiva no se tienen resultados, se apela a una etapa coactiva, en la que el nivel de presión ha aumentado y la prioridad principal es la recuperación de la deuda. Ya en este punto el sostenimiento de la relación comercial es algo deseable mas no prioritario.
#3: Cobro judicial
Finalmente, si las dos etapas previas no fueron suficientes para recuperar el capital, se apela al cobro judicial, en el que el único objetivo viable es la recuperación del capital adeudado.
Las dos primeras etapas tienen un enfoque negociador que se llevan a la práctica a través de agentes de cobro especializados, entrenados para abordar las diferentes objeciones del deudor y a pesar de ello lograr acuerdos / compromisos de pago. En este punto lo judicial aún no interviene, y se busca recuperar el dinero sin necesidad de entrar en pleitos legales. Hasta aquí, lo que se hace es una actividad de cobranza como tal.
La instancia judicial es competencia de los abogados, y se llega a ella una vez se ha verificado que el deudor tiene bienes embargables que puedan justificar un proceso legal. Es una instancia extrema en la que ya no necesariamente se tiene el interés por conservar al cliente. De allí la importancia de evitar actuar desde un principio con recursos jurídicos.
En conclusión, los abogados tienen un papel de gran importancia dentro del proceso de cobranza, aunque este cobre importancia una vez agotadas las primeras etapas del proceso.


